Pensamiento · Educación

REVISTA MILETO

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REVISTA DIGITAL DE FILOSOFÍA, CIENCIA Y HUMANIDADES

IPEP Cádiz - Pensando la educación

Revista Mileto

La sabiduría de los antiguos

No se educa bien a los jóvenes que están entregados al vientre y al sueño (Salustio).

Estudio, no para saber una cosa más, sino para saberla mejor. (Séneca)

La educación es un ornamento en la prosperidad y un refugio en la adversidad . (Aristóteles).

Tu librería es tu paraíso. (Erasmo de Rotterdam).

Algunas personas nunca entenderán nada porque entienden todo demasiado pronto. (Alexander Pope).

Si comenzase de nuevo mis estudios, seguiría el consejo de Platón y comenzaría con matemáticas. (Galileo Galilei).

Apenas vuelva la luz del día es necesario que los niños vayan a la escuela. Pues ni las ovejas ni otra clase alguna de ganado puede vivir sin pastor, tampoco es posible que lo hagan los niños sin maestro ni los esclavos sin dueño. Pero, de entre todos los animales, el más difícil de manejar es el niño, debido a la misma excelencia de esta fuente de razón que hay en él, y que está todavía por disciplinar, resulta ser una bestia áspera, astuta y la más insolente de todas. Por eso se le debe atar y sujetar con muchas riendas, por así decirlo; en primer lugar, apenas salga de los brazos de su nodriza y de la madre, hay que rodearle de preceptores que controlen la ignorancia de su corta edad; luego hay que darle maestros que lo instruyan en toda clase de disciplinas y ciencias, según conviene a un hombre libre (...) El guardián de las leyes, el inspector de nuestra juventud deberá tener una visión muy penetrante y ejercer una vigilancia extrema sobre la educación de los niños, y enderezar sus naturalezas, dirigiéndolas siempre hacia el bien que prescriben las leyes

Platón, Las leyes, libro VII

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«Querido señor Germain: He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

 Le mando un abrazo de todo corazón.«

Albert Camus – (Carta a su maestro, después de la toma de posesión del Premio Nobel de Literatura en 1957)