Editorial

LA CERCANÍA DE LA MIRADA

Para Jesús Mayora, un horizonte en el tiempo. In dulce jubilo

De todos los sentidos, querido Jesús, la vista es, sin duda, el que nos pone en contacto más íntimo con las realidades más cercanas. Los restantes-importantes todos ellos-, son dirigidos a la acción cuando una visión penetrante y concentrada ha marcado el camino. Mirar es intuir que hay un horizonte donde merece la pena aventurarse. Deporte (de portus), en su etimología latina, se refería en la grandeza de los antiguos en la alegría que les sobrevenía a los marineros cuando divisaban tierra. De ahí, que Ortega y Gasset, en un bello texto, hablara de “moral deportiva”: estar alto de moral es ser consciente de que siempre hay un lugar sólido donde refugiarse.  No es casualidad que Platón, artífice de toda la arquitectura del pensamiento en todos los órdenes del saber, utilizara el infinitivo griego eidein/idea, como forma suprema de conocimiento, y que antes de que él lo reelaborara, tan solo hacía referencia a lo que se veía perceptiva y sensorialmente. Así, tener una idea (los hay tan creativos que tienen confusamente varias por horas), no viene a ser más que “haber visto algo”. Ciertamente, el sabio griego, más prudente, asumía que los conceptos solo pueden ser meditados por los ojos del alma: solo hay una idea que tiene que ser vista como la verdadera. Pensar, de este modo, se identifica con la experiencia amorosa, donde la pluralidad de figuras que vemos y tratamos en nuestras circunstancias más próximas quedan, finalmente, reducidas a una unidad asombrosa que nos aturde y nos deja perplejos (lo vi, la vi, se hizo presente). (1)

En el inicio de una vida académica un docente deber saber que el contorno de un aula se sustenta y adquiere una dimensión educativa a través de la mirada. El adolescente, dando sus primeros pasos en el mundo, se presenta con una trasparencia de contradicciones que deben ser destejidas por el adulto.  Su carácter, aún no educado por la moral (el hábito) y por la vivencia de una biografía plena, debe “ser visto” por el profesor con condescendencia y una simpatía distante (en una graciosa complicidad de edades, que se corrige con la apropiada contundencia correctora). Así, por ejemplo, una clase de filosofía no deja de ser una mirada compartida entre inteligencias que dirigen sus esfuerzos en la dirección a una senda muy concreta y sugerente donde quizás merezca la pena permanecer. (El alumno des-pistado es el que no encuentra la pista, no la ve, y ha decidido cerrar la visión de la razón porque asuntos más íntimos le tienen pre-ocupado en ensoñaciones imaginativas). 

Así, podemos decir que traspasar un centro educativo es mirar (y ser visto): contemplamos a los alumnos en la entrada del instituto narrándose las primeras intensidades vitales; asistimos al encendido de las luces eléctricas por los conserjes; presenciamos la apertura del aula con llave carcelaria y la incorporación a un espacio donde  se debe poseer la certeza de que ocurrirá algo importante; seleccionamos las primeras palabras que permitan  encender la atención de los alumnos; esperamos escuchar el timbre del recreo y encontrar un breve espacio para la conversación serena o la reflexión aislada; sospechamos de las travesuras y los movimientos rebeldes por los pasillos en la ingenuidad de los estudiantes de jugar al aparezco/desparezco con el profesorado de guardia…Y mirar, finalmente, hacia  las afueras cuando concluye la jornada en una desesperada huida a ninguna parte, porque como con el círculo, y el eterno retorno de lo mismo, se volverá a dignificar  la profesión al día siguiente como tú lo has hecho, Jesús,  durante todos estos años, y como lo supo ver en su día Mercedes Bravo, profesora de Latín y Jefa de Estudios en septiembre del 90  cuando te recibió en tus inicios como docente por primera vez en el IES Pedro Muñoz Seca.

Porque como decía Heráclito de Éfeso: “El sol es nuevo cada día”…Y así seguirá.

Gracias, amigo. Nos vemos en alguna jazz session.

1. Estos versos de Safo, poetisa griega, pueden resultar clarificadores:” y al instante llegaban (todos) y tú, bienaventurada, tras dibujar una sonrisa en tu rostro inmortal, preguntabas qué me había pasado entonces y por qué de nuevo yo te miro”

                                                                                                                  II

El actual número de la Revista Mileto versa sobre diferentes formas de ver el miedo. Nuestros alumnos han tenido la inquietud intelectual de trasladar una serie de reflexiones sobre esta cuestión. A través de ellos podemos ver qué es lo que les hace temblar en su cotidianidad, cuáles son sus perplejidades más íntimas y qué situaciones son las que les provocan cierta angustia y desazón. Se ha decidido no modificar ninguno de los títulos, así que el lector siempre se encontrará con la palabra “miedo”. En la lectura de los artículos se podrá observar por el lector atento que los miedos que trasladan y la forma de combatirlos no ha cambiado desde que la cultura griega dio el pistoletazo de salida de la tragedia. Todos ellos saben en su primer contacto con las contradicciones de la existencia, que la vida tiene un reflejo absurdo que ningún adoctrinador pedagógico podrá corregir con buenos sentimientos.

 En esta ocasión, en consonancia con la alegría en la que se encuentran los compañeros que nos dejaron en el mes de diciembre, se ha solicitado la colaboración de dos profesores ya jubilados: Paco Grau, profesor de filosofía durante muchos años en el IPEP de Cádiz (Bachillerato de adultos), y Alfonso Contador, que lo ha sido a su vez en el IES Galileo Galilei en Sevilla. Ambos dan una visión sobre la cuestión que tratamos sustentada en sus muchos años de experiencia. Se pueden consultar, igualmente, una serie de vídeos que nos acercan al “terror” a través de imágenes, así como algunas canciones.

Esperamos que disfrutéis de su lectura.