Editorial
En la despedida
Para Juan Carlos Busutil, profesor del IES Pintor Juan Lara, en su jubilación.
En el Macbeth de Shakespeare, aparece un texto clásico, donde el dramaturgo describe con tensión literaria uno de los perfiles de la trama en la que estamos encerrados las figurillas humanas en nuestro devenir mundano: “La vida no es más que una sombra en marcha; (…): es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada”. Si partimos de estas palabras con resonancias nihilistas y trasladamos esta sentencia al contexto educativo, la intuición del poeta nos permite captar el drama escénico en la existencia cotidiana de los docentes. Si invertimos los términos que se nos proponen, y sustituimos “vida” por “educación”, la enseñanza, en su paisaje actual, adquiere unos contornos de tonalidades más bien oscuras. Como en el juego de la oca, el sistema educativo se desplaza caóticamente de una ocurrencia a otra con alegría destructiva. Renunciando de manera explícita al proyecto ilustrado y a la máxima kantiana del “sapere aude” (atrévete a saber), la estructura se tambalea en un desorden de formas y contenidos.
En 1931, gracias al empeño de Manuel Bartolomé Cossío, se ponía en marcha en nuestro país las Misiones Pedagógicas, un diseño educativo ambicioso cuya finalidad era extender la cultura, en su acepción más amplia, a las clases populares. Participaron de manera desinteresada intelectuales de la talla de la filósofa María Zambrano, el poeta Luis Cernuda, el pintor Ramón Gaya o la escritora Carmen Conde, entre otros. La creación de un importante número de bibliotecas itinerantes para que los libros pudieran llegar al mayor número de familias fue de las primeras decisiones que se adoptaron. Sabemos, por las actas que se conservan, que Miguel Hernández, con 25 años, fue el encargado en Salamanca de organizar los actos poéticos, seleccionar textos literarios para ser leídos o representados, y recoger los comentarios que niños y adultos realizaban comunitariamente en las aulas de edificios semiderruidos de los pueblos. Todos ellos intentaron, admirablemente y con vocación profesoral, implementar una forma de entender la educación que entroncaba directamente con lo más noble de la tradición ilustrada, recoger las perspectivas más consistentes y sólidas en el universo de la cultura para ponerlas a disposición de los colectivos humildes.
Esta ha sido la senda que, modestamente, hemos pretendido transitar en la Revista Mileto, proyecto que, finalmente, ahora concluye. Más de allá de modelos pedagógicos posmodernos condenados a la insignificancia, la finalidad siempre fue la de recoger los tesoros ocultos y manifiestos de la tradición y hacerlos explícitos en el espacio educativo. Así, en la presentación de este número, allá por noviembre, nos propusimos pensar con ambición socrática “la risa”. Pensar, en su etimología latina “pensare”, viene a significar “pesar”, calibrar y medir de alguna manera cuál es el mejor de lo conceptos que retratan la realidad y nos permiten comprenderla. Por ello, “con-pensare”, no se refiere más que esto: reequilibrar las dificultades que se puedan tener en los asuntos del pensamiento dotando de contenidos a la inteligencia. Ciertamente, desde hacía tiempo ya, sabíamos que los legisladores y burócratas de despacho o no estudiaron o fueron pésimos estudiantes de latín: ¡hasta para crear centros educativos se hace necesario el dominio de las lenguas clásicas! Defendemos, pues, radicalmente y con contundencia en el campo de la educación la tesis que plantea Descartes al inicio del Discurso del método: “El buen sentido es la cosa mejor repartida, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen. En lo cual no es verosímil que todos se engañen, sino que más bien esto demuestra que la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es lo que propiamente se llama buen sentido o razón, es naturalmente igual a todos los hombres”. Basta conversar con los alumnos más reacios al saber y al conocimiento (disruptores se les dice en la neolengua pedagógica orweliana), para percatarse que, lo quieran o no, están tan encerrados en la razón como el que escribe, pero, como apuntara Heráclito en un bello texto, tienen la racionalidad adormecida.
Para esta despedida, solicitamos en su momento la colaboración de varios profesores de la universidad, así como de compañeros docentes del IES Pintor Juan Lara, con la intención de traspasar los muros machadianos de nuestro instituto y ampliar las posibles perspectivas educativas que ofrecen las problemáticas filosóficas en sus diferentes aristas. Todos ellos respondieron con la amabilidad de los afectos amistosos, así como la experiencia que aporta el trabajo vocacional en el aula. Así, el profesor de Educación Plástica, Juan Carlos Busutil, nos envió una serie de fotografías realizadas por sus alumnos sustentadas en las influencias del pintor y fotógrafo David Hokney. Por su parte, Marta Ruiz Arco, profesora de Filosofía, nos quiso hacer partícipe del artículo que ganó el reto filosófico que convoca mensualmente los miembros del departamento del IES Juan Lara con temática parecida. Y, por último, la profesora de Clásicas, nuestra querida Esperanza Santín, después de una actividad intensa y creativa con los alumnos en la asignatura de Griego mostrándoles las estructuras dialécticas de la oratoria, hizo que estos las desarrollasen en los tres artículos enviados.
No es menor, como saben ellos, el agradecimiento a los profesores de la universidad que han participado en este proyecto. No deja de ser conmovedor que hayan dejado sus tareas académicas y las investigaciones en las que están inmersos para bajar a la caverna platónica (siempre fascinante): el filósofo, tal como señala Platón, una vez fuera ella, debe emprender el camino de vuelta y sentarse con los prisioneros encadenados. De este modo, la profesora de Estética de la Universidad de Sevilla, Inmaculada Murcia Serrano, escribe sobre las greguerías como forma de comprender los contornos absurdos del humor y los juegos del lenguaje que tienen su origen en Gómez de la Serna. Marian Pérez Bernal, profesora de Filosofía de la Universidad Pablo de Olavide, nos envía una reflexión vindicativa donde conecta políticamente feminismo con humor a través de las viñetas de Flavita Banana; y Juan Antonio Rodríguez Tous, ex profesor de la Universidad Pompeu Fabra y de la US (feliz y submarinamente jubilado), nos clarifica de manera ingeniosa las distintas formas de la risa en sus manifestaciones mundanas; por su parte, Manuel Ruiz Zamora (látigo dialéctico en sobremesas familiares con whisky), codirector de la Revista Fedro (Arte y Estética) de la US, nos invita a pensar la alegría materialista de la risa más allá del paso del tiempo y la vejez.
El premio del concurso de ensayo convocado por el departamento de filosofía ha sido repartido de manera equitativa entre siete de todos aquellos alumnos que han participado por la calidad y el interés de los escritos presentados: Noelia Pinto (fotografía) y Guillermo León Alcántara Espinosa, alumnos de 4º de ESO del IES Juan Lara; del mismo centro educativo, pero de 2º de Bachillerato, Laura Guilloto Bollullos, Ángela Gómez Jiménez, y Sebastián Gallego Vidal (que nos trasmite la experiencia del Síndrome de Asperger); y las dos alumnas del IES Pedro Muñoz Seca que han recibido su particular reconocimiento son Mireya Mel Rodal y Lola Delgado Orellana, de 1º de Bachillerato. Felicidades a todos ellos y que lo disfruten con amores adolescentes.
Dedicamos este último número de la Revista Mileto a Juan Carlos Busutil, magnífico profesor y pintor, que dejó el ruido y las risas creativas de las aulas a mediados de este curso en el IES Juan Lara después de 34 años en la educación. Hemos incorporado en esta edición el artículo que publicó José Antonio Tejero Lanzarote en el Diario de Cádiz, y que amablemente nos ha cedido en esta doble despedida (gracias por todo, amigo, sabes que siempre quedará el Andy y el Primo). Hace unos días, en una visita a la exposición de fotografías de jazz del profesor Jesús Mayora, entre libros y buena música, el encargado del pub, antiguo alumno de Juan Carlos, nos comentó de manera sentenciosa: “Nunca tuvo alumnos, tuvo discípulos”. All the rest is the silence.
Agradecer especialmente a Paco Vázquez, diseñador de este último número por sus esfuerzos desinteresados y el tiempo dedicado en pro del proyecto. Sus ideas y propuestas siempre fueron enriquecedoras, dotando de intereseantes perspectivas visuales las páginas. Desde el encuentro en un aula en el IES Salmedina de Chipiona hasta ahora, el vínculo como profesor y alumno se ha ido disolviendo en una amistad sincera y afectuosa. Es lo que tienen las complicidades intelectuales en la educación, permanecen en el tiempo, suscitando nuevas curiosidades. Ya veremos qué vamos elaborando filosóficamente por otras tierras .
Agradecer, igualmente, a Manuela Montes, compañera y amiga, por la prudencia y el trabajo realizado en el departamento de filosofía en el embate quijotesco emprendido; a Eva Montiel por el afecto sincero y sin servidumbres demostrado durante este tiempo, y al profesor de filosofía Alejandro Mota por las ironías cómplices en nuestra lectura de Platón en el aula.
Y sí, a mi amigo José Luis Ramos, que siempre fue una invitación a la risa en su conversación inteligente y sabia.
Desde la Revista Mileto siempre pretendimos que la educación fuera una fiesta. Dionisos en un aula…
Suerte a todos y hasta siempre.