Blanca Paloma Ordóñez Kunecka
A muchas personas les da miedo llegar a la muerte por varias razones: ya no vas a ver más a tus seres queridos, es muy probable que la gente se olvide de ti porque ya no vas a estar físicamente. Solo puedes estar en los recuerdos de las personas que te han acompañado a lo largo de tu vida, y llegará un día en el cual también te olviden porque haya pasado mucho tiempo. Llegará un día en el que todo lo que tú has vivido y toda tu esencia desaparezcan, y va a ser como si nunca hubieras existido.
Otra cosa que a la gente le produce mucha inquietud es si la muerte duele. ¿Qué es realmente lo que sientes cuando te vas a morir? Yo creo que cuando te vas a morir te sientes angustiado, porque sabes que va a llegar el momento de tu muerte. También creo que puede producir algún dolor físico, como que tu corazón se paralice para siempre.
El pensamiento de la muerte puede aparecer por el fallecimiento de algún familiar, de alguien cercano, o simplemente porque es inevitable no pensar en eso. En mi caso, que he perdido a mis cuatro abuelos, es complicado no pensar en ellos. Es verdad que siempre los tengo en mi mente, pero llegará un día en el que ya nadie los recuerde y pasen a ser inexistentes, ellos y la vida que vivieron.
Pensar en la muerte me parece en vano, porque es algo que sí o sí va a ocurrir. Es la única certeza que tenemos sobre la vida: que vamos a morir. Obsesionarte con la muerte lo único que te puede causar es agobio y angustia. Lo mejor es intentar pensarlo lo menos posible y así poder disfrutar de la vida aquí. Ya cuando llegue el momento, nos moriremos, pero no sin antes haber vivido felices.
Después de la muerte hay muchas teorías sobre cuál es el destino al que vamos. Mucha gente piensa que nos reencarnamos en otras personas, otras dicen que simplemente desaparecemos, y otra gran parte de las personas piensa que vamos al cielo. Yo soy una de esas personas, y estoy completamente segura de que vamos al cielo una vez fallecidos. Desde mi punto de vista y según mi ideología, o vamos al cielo o vamos al infierno, y eso solo lo puede decidir Dios.
Las personas que no creen que Dios exista piensan en otras opciones, pero yo creo que vamos al cielo. Desde siempre me han dicho que, cuando morimos, vamos al cielo. No sé exactamente cómo es ese lugar, pero me lo imagino como un sitio tranquilo, sin dolor, y donde podemos volver a ver a las personas que hemos amado y estar con ellas. Creo que el cielo es un lugar de paz, lleno de luz y de sol.
Muchas personas van al cielo, pero no creo que todas. Dios decide quién va al cielo y quién va al infierno. Si tú has cometido muchos pecados y has sido muy mala persona —es decir, has matado o violado— y nunca te arrepientes, es muy probable que vayas al infierno. Pero si has cometido todos esos pecados y, en el último momento antes de tu muerte, te arrepientes, entonces irás al cielo.
A muchas personas les da más miedo que mueran sus seres queridos que morir ellas mismas. A mí me da más miedo que mueran mis padres o mi hermano que morir yo, porque si muere alguno de ellos, me moriría yo en vida. Es más doloroso para mí saber que nunca más voy a poder verlos, ni tocarlos, ni estar con ellos. Lo único que voy a tener son los recuerdos, pero es muy triste pensar que cuando mueren seres cercanos a ti, nunca los vas a volver a ver. El día que mi hermano se muera —que espero que tarde muchísimo— me dolerá el alma saber que nunca más lo voy a volver a ver. Solo podré estar con él en mi mente.
Pero pensar que mis seres queridos o yo vamos al cielo cuando morimos me supone un alivio. Porque el cielo es un paraíso donde vas a poder descansar tranquilamente y estar con tus seres queridos.
Creo que el miedo a la muerte está muy relacionado con el amor. No es solo el miedo a desaparecer, sino a dejar atrás todo lo que queremos. Amamos a las personas que nos rodean, los momentos especiales que vivimos, incluso las pequeñas cosas del día a día. Y por eso, nos cuesta imaginar que un día todo eso se acabe. Es como si la muerte nos recordará que todo lo bonito que tenemos podría desaparecer de golpe, y esa idea puede dar miedo.
No creo que tengamos miedo a morir porque sí, sino porque no queremos perder lo que amamos. Cuando alguien a quien queremos se muere, no solo se va esa persona, también se va una parte de nosotros. Y por eso también da miedo morir: por lo que dejamos atrás y por lo que otros sentirán cuando ya no estemos.
En algunas culturas, como en México con el Día de los Muertos, la muerte no se ve como algo triste, sino como una forma de recordar con alegría a los que ya no están. Se hacen altares, se colocan flores, comida, fotos y cosas que les gustaban a los fallecidos, como si se les invitara a volver por un momento. Eso me hace pensar que, a veces, no se trata de temer a la muerte, sino de cambiar la forma en la que la entendemos. En el cristianismo, sin embargo, la muerte suele estar más relacionada con el juicio y con lo que viene después: el cielo o el infierno. Se habla de la vida eterna, de descansar en paz, pero también del arrepentimiento y del perdón. La visión cristiana me da consuelo porque creo que, si has vivido con amor y te has arrepentido de tus errores, puedes ir al cielo. Aunque es más seria que la celebración del Día de los Muertos, también tiene algo bonito: la esperanza de volver a ver a nuestros seres queridos y de que hay algo más allá, algo mejor.
Creo que, aunque el miedo a la muerte duele, también puede ayudarnos a valorar más la vida. Nos recuerda que el tiempo no es infinito, y por eso cada momento, cada persona, y cada gesto de amor se vuelve aún más importante.
