LA JUANI NO TIENE MIEDO

Antonio Ruiz Zamora - Profesor de filosofía

Mi tierra eres tú… Luis Cernuda.

Nos dice Spinoza en su tratado de Ética, un libro del siglo XVII que debería ser de obligada lectura en los planes de estudio de las facultades de psicología, que el miedo es un estado del ánimo que nace ante una situación de incertidumbre y desazón; es una aflicción triste que nos invade cuando ante una creencia tambaleante y poco sólida percibimos el mundo de manera incorrecta, disminuyendo el cuerpo su capacidad de actuar. Por otro lado, la esperanza se sustenta en el mismo esquema formal, es una creencia igualmente confusa que nos induce a pensar en algún bien futuro, en una aparente felicidad sobrevenida, pero nunca cierta. (Aquel que persiste en una visión esperanzadora termina siendo un diletante, deja pasar la existencia a “la espera del bello acontecer”, acontecimiento que no llega porque no actúa, refugiándose finalmente en un paisaje frustrante.

Hay grandes personas que no necesitan leer a Spinoza ni tratados de filosofía para comprender ciertas cosas. Poseen de por sí una intuición inteligente y una fortaleza natural que las sitúa inmediatamente en la acción, en un despliegue trágico de la existencia donde ni el miedo ni la esperanza tienen cabida. Personas que saben ver y nombrar las cosas y que resuelven su día a día sin buscar más protagonismo en su pueblo que sobrevivir con entereza. La Juani -La Niña Linda de la Estación- es una de ellas: no tiene miedo ni esperanza, como tampoco bolsos caros como mediocres arribistas con concejalías, pero, sin embargo, tiene dignidad. La Juani no lleva vestidos de marca, ni tiene la esperanza de realizar grandes viajes intercontinentales con burócratas de despacho disfrutando de sórdidas dietas en hoteles de nivel. Tampoco tiene tiempo para padecer ataques de pánico ni de dejarse arrastrar por convulsiones emocionales. Se limita a vivir decentemente en un paisaje de buenos parroquianos que te enseñan en una sola frase- sentenciosa e irónica- lo que no han sido capaces de hacerlo catedráticos universitarios. (Hoy las actitudes irónicas que retratan las contradicciones y el absurdo de las circunstancias se han trasladado a las tertulias con el pueblo llano, desapareciendo de los contextos académicos, lo que debería hacer pensar en el declive de la educación).

Nos señala el filósofo holandés (Spinoza), en una interpretación ya amable de la existencia, que las dos virtudes que configuran una vida plena son la generosidad y la fortaleza. Es en este contorno moral donde realmente se resuelve una vida en complicidad con nuestros semejantes. La generosidad la entiende como una disposición del alma que beneficia a la humanidad en un alejamiento de oscuros intereses egoístas. He tenido, Juani, el privilegio de contemplar en felices amaneceres en tu compañía el trato que has dispensado a fantasmas desorientados y caídos, siempre con tu sonrisa y la mirada luminosa que ofreces espontáneamente al mundo, disimulando como has podido tus noches de inagotables lágrimas. Me has hecho disfrutar, y proseguiré disfrutando a tu lado de las raíces de El Puerto y de las buenas gentes del pueblo, porque todo ese torrente de vida ya queda en la memoria colectiva de La estación (solo los burócratas e indecentes van quedando en el olvido). Sois siempre el pueblo llano los que hacéis la intrahistoria de El Puerto, y tú y tu hermano ya sois protagonistas de ella. Gracias.