Ignacio Buhigas Pérez
Existen muchísimos tipos de miedo, algunos más profundos que otros, como el miedo al paso del tiempo o el miedo a la soledad. Sin embargo, yo voy a hablar del miedo más humano: el miedo a la insignificancia.
Este miedo no es algo que viene de la nada, sino que va a acumulándose poco a poco hasta que realmente te das cuenta de que lo tienes y, curiosamente, siempre te das cuenta de que lo padeces cuando tienes todo a lo que has aspirado en la vida. Ahí es cuando te preguntas “¿Qué cambiaría tras mi muerte?”, “¿Qué sentido tiene mi vida?” o “¿Qué hago aquí?”. A partir de ahí es cuando empiezas a buscarle un sentido a tu vida y por el sentimiento de no tener una respuesta clara terminas no encontrándola, alimentando más el miedo.
Un ejemplo claro de este miedo es en el ámbito de los estudios cuando no tienes una meta clara: te esfuerzas, pero, ¿para qué? ¿Qué sentido tiene mi esfuerzo si no sé ni lo que quiero? Pasas horas y horas frente a los libros memorizando toda la información
para escribirla en un examen que no sabes ni para qué va a ayudarte en el futuro porque no tienes claro ni cuál va a ser tu futuro. Te ves inmerso en un bucle del que crees no poder salir. Personalmente, yo me encuentro aquí: no le encuentro un sentido a todo mi esfuerzo y no sé qué quiero hacer, todos los días son iguales y no me creo capaz de hacer algo para cambiarlos. Quiero triunfar, porque creo que es la única manera de lograr salir de ese bucle, pero no sé cómo ni en qué.
Este miedo también nace por las redes sociales, que nos hacen creer que si no tenemos un millón de seguidores en Instagram o no realizamos el acto más valiente conocido por el ser humano no vamos a ser nadie y seremos olvidados, pensando que nuestra existencia será completamente irrelevante. Sin embargo, si se canaliza bien esa negatividad, podemos empezar a hacer actos solidarios para intentar ser recordados. Estoy seguro de que
muchos de los famosos todavía conocidos partieron de este miedo. Supongo que todo el mundo quiere ser conocido, quiere que la gente se acuerde de ellos para que su existencia haya tenido peso y no haya sido en vano. No creo que nadie esté conforme con que su vida haya sido un simple paso por el mundo, y eso es lo que hace de este miedo un sentimiento tan humano: nadie quiere ser insignificante porque siempre nos han dicho que quién muere es porque es olvidado.
En conclusión y como respuesta a la pregunta del sentido de la vida y del miedo a ser irrelevante en un futuro, ¿qué vas a hacer aquí más que intentar vivir tu vida al máximo? No vives para y
por nadie, no necesitas ser recordado para saber que has disfrutado todo lo que has podido de tu vida, aunque sea difícil de aceptarlo. Quién sabe, a lo mejor eres recordado por ser de las pocas personas que no le temen a la insignificancia y olvido.
