EL MIEDO A VIVIR: UNA PRISIÓN SIN BARROTES

Adrián Barba

Actualmente, vivimos en una sociedad donde todos hablan de la importancia de vivir el día a día al máximo, de disfrutar cada momento y de cumplir todas nuestras metas. La idea de vivir intensamente parece ser a lo que deberiamos aspirar todos. Sin embargo, muchas personas sienten un miedo profundo que no siempre saben explicar: el miedo a vivir de verdad. Este miedo no es fácil de ver. No es un miedo que se manifiesta en gritos ni en caras tristes. Es un miedo que podemos detectar en las decisiones que no tomamos, en los caminos que no elegimos, en las oportunidades que dejamos pasar por miedo a fracasar, por miedo a no dar la talla, por miedo al rechazo, etc. A veces, parece que no tenemos miedo a morir, sino a vivir. Y aunque esta es una idea dura de aceptar, es una realidad que muchas personas enfrentan. 

Cuando pensamos en vivir al maximo, imaginamos seguir nuestros sueños, ser auténticos, mostrarnos tal y como somos y arriesgarnos a nuevas experiencias. Pero ahi escuando aparece el miedo. El miedo al fracaso, al rechazo, a decepcionar a los demás o incluso a nosotros mismos. Y sin darnos cuenta, dejamos que ese miedo decida por nosotros. Dejamos de hacer lo que realmente queremos por quedarnos en lo que es más comodo. 

Pero ¿qué significa vivir de verdad? Vivir significa estar vivo por dentro. Vivir implica experimentar todo lo que la vida tiene para ofrecernos, tanto lo bueno como lo malo. Y eso solo se logra cuando uno se atreve a equivocarse y aprender de esos errores, a cambiar cuando es necesario, a decir “no” cuando algo no nos parece bien, a ser uno mismo sin importar el qué diran de los demás. Vivir de verdad aunque no lo parezca a simple vista es un acto de valentía. Sin embargo, no siempre es necesario ser valiente todo el tiempo. Vivir implica también saber afrontar las situaciones difíciles que nos pone la vida, sabiendo que el miedo estará presente en algunos momentos, pero no dejándonos paralizar por él. La clave es seguir adelante, aunque el miedo nos diga lo contrario. 

Es importante entender que no se trata de llegar a un punto donde ya no sintamos miedo, ya que esto sería casi imposible. Vivir plenamente no significa ser inmunes al miedo, sino aprender a no dejar que éste nos controle, que nos impida tomar las decisiones que realmente queremos. El miedo, debemos tomarlo como algo que nos ayuda a sabersi algo es importante, es una especie de sal de que algo está en juego, de que lo que estamos haciendo tiene valor. Si no tuviéramos miedo, probablemente no le daríamos el peso y la importancia que algunas decisiones realmente merecen. 

Por eso, vivir con miedo no significa que seamos débiles. Al contrario, el miedo es parte de la vida, y todos lo sentimos en mayor o menor medida. Lo que realmente marca la diferencia es qué hacemos con ese miedo. Si lo dejamos que nos controle y nos detenga, o si aprendemos a convivir con él, a aceptarlo como una parte más del proceso, y a tomar decisiones que a pesar de su presencia no nos detenga en lo que nos gusta. Vivir no es eliminar el miedo sino aprender a caminar con él sabiendo que al final quien va a tomar las decisiones y quien va a afrontar las diferentes situaciones vas a ser tu.