EL MIEDO COMO RESPUESTA

Paula Gallego Pacheco

El miedo es una respuesta natural del cuerpo frente a una amenaza, que realizamos para protegernos. Esta respuesta se activa gracias a una parte de nuestro cerebro llamada la amígdala, que es como el centro de alarmas de nuestro cuerpo. Cuando sentimos miedo, la amígdala manda señales al cuerpo para que se prepare para reaccionar: puede ser luchar o huir. Por ejemplo, el corazón empieza a latir más rápido, los músculos se tensan y la respiración se acelera. Todo esto ocurre para que estemos listos para enfrentarnos al peligro o salir corriendo si es necesario. Es lo que los científicos llaman la respuesta de «lucha o huida». Sin embargo, esta respuesta no siempre es tan útil. A veces, el cuerpo reacciona con miedo a situaciones que no son para nada  peligrosas, como al hablar frente a un grupo o, en mi caso, al soñar con un payaso que no es real. Aunque nuestra mente sabe que no hay ningún peligro, nuestro cuerpo no lo entiende de la misma manera y sigue reaccionando como si estuviéramos en peligro.

Este sueño me hace pensar en cómo el miedo no solo afecta nuestro cuerpo, sino también nuestra mente. En el sueño, estoy caminando sola en una calle oscura, dentro de un polígono industrial. Todo está en silencio y la única luz que hay es una bombilla amarilla al final de la calle. Esa luz ilumina solo una parte , pero lo suficiente para que vea dos círculos  brillando a lo lejos. Al principio, parecen pequeños, pero poco a poco van creciendo. Y cuando me acerco más, me doy cuenta de que esos círculos son los ojos de un payaso. Un payaso que viene corriendo hacia mí, con una sonrisa extraña. En ese momento, intento correr, pero no puedo. Mis piernas no responden, y aunque quiero escapar, no me muevo. El miedo me tiene atrapada, como si mi cuerpo no pudiera reaccionar.cuando trato de correr y mis piernas no se mueven, me doy cuenta de que el miedo me bloquea. No puedo pensar con claridad, solo quiero escapar, pero no puedo. El miedo me hace sentir impotente, como si no pudiera hacer nada, aunque en realidad no haya un peligro real. La respuesta de mi cuerpo se activa sin que yo lo controle, y eso es lo que pasa cuando el miedo se apodera de nosotros.

Este tipo de sensación de estar atrapada me recuerda a otro miedo que siento en la vida real: el miedo a hablar en público. Cuando tengo que hablar frente a otras personas, mi cuerpo reacciona de una forma que no puedo controlar. Mi voz empieza a temblar ,mi corazón se acelera. Es como si mi cuerpo no entendiera que no hay nada peligroso, aunque yo lo sepa. Es como si mi mente me dijera que no pasa nada, pero mi cuerpo no puede dejar de sentir miedo. En esos momentos no importa lo que piense o lo que haga, esa sensación me controla y parece imposible desacerase de ella.A veces me pregunto por qué, si no hay ningún peligro, mi cuerpo reacciona así. Después de todo, no estoy en peligro, pero el miedo sigue presente. Me bloquea, me hace sentir nerviosa Y aunque no siempre entiendo por qué pasa, es algo que tengo que vivir, algo que aparece sin que lo busque. Al final, el miedo tiene esa fuerza sobre nosotros, que nos hace sentir que no podemos hacer nada frente a él.

Aquí es donde me pregunto si el miedo realmente existe, o si es algo que podemos controlar. Algunos pensadores y filósofos han dicho que el miedo es solo una construcción de nuestra mente. Ellos piensan que, si somos capaces de controlar nuestros pensamientos y emociones, podemos incluso eliminar el miedo. Para ellos, el miedo no es algo que esté fuera de nosotros, sino que es algo que nosotros mismos creamos. Si aprendemos a pensar de manera diferente, podríamos dejar de tener miedo. Aunque no se si dejar de tener miedo es realmente bueno o malo. Según mi parecer aunque este nos limita, puede hacernos reaccionar en el momento que lo necesitemos.

Sin embargo, otros filósofos han dicho que el miedo es una parte inevitable de ser humano. Es algo que no podemos evitar, porque forma parte de nuestra naturaleza. Lo importante, según ellos, no es eliminar el miedo, sino aprender a vivir con él, a enfrentarlo y a comprenderlo. Esto me hace pensar que, aunque no podamos eliminar el miedo por completo, sí podemos aprender a no dejar que nos controle.

El miedo, aunque no siempre tiene una razón clara, es parte de nuestra vida. Nos recuerda que somos humanos, que no siempre controlamos lo que sentimos o lo que nos pasa. Pero también nos ayuda a darnos cuenta de que, aunque no podamos evitarlo, podemos aprender a enfrentarlo. Al final, el miedo es algo con lo que todos tenemos que lidiar, en diferentes momentos, en diferentes formas. Y aunque nos cueste enfrentarlo, es una parte de nosotros que, si la entendemos mejor, podemos aprender a manejar.