Daniela Lazari Zarco - IES Pedro Muñoz Seca
En este monólogo, en concreto, podríamos destacar varias características que hacen que el espectador se ría cuando lo ve. Uno de los elementos más visibles es la utilización de hipérboles; exagerar situaciones cotidianas (en este caso de ir a la playa) hasta tal punto de quitarles la importancia que tienen y verlo como algo absurdo. A la vez, es justo la explicación de algo habitual lo que identifica a los espectadores a la hora de entender las referencias. A la hora de hacer un monólogo de esta duración es muy importante, también, los cambios de tono y musicalidad de la voz, el monologuista lleva al oyente a los sitios que quiere para terminar siempre con un pick de humor. Además, en relación con esto, juega con los momentos inesperados para soltar alguna gracia que pille por sorpresa, por ejemplo, cuando se responde a sí mismo al lanzar una pregunta retórica. Por último, hay que destacar los gestos que utiliza, para omitir explicar algo con palabras, que rozan la vulgaridad y que todos entendemos a qué se refieren.
Ahora, después de analizar específicamente este monólogo, podríamos preguntarnos ¿qué es la risa?, ¿por qué nos reímos? Las personas somos las únicas capaces de reírnos. ¿Por qué? La principal tesis que procedo a defender es que somos los únicos animales capaces de entender la dificultad de la vida, y por tanto, lo muy absurda que puede ser a momentos. La mayoría de veces la risa proviene de momentos en los que entendemos que no hay que tomarse la vida tan en serio y que incluso esta puede llegar a ser ridícula. Por ejemplo, cuando estamos cruzando el pasillo y vemos que un profesor se ha tropezado y nos reímos; lo hacemos porque es en ese instante en el que entendemos la poca importancia de la vida; el absurdo de la misma. De repente, el orden lógico en el que se supone que funciona el transcurso de la vida se ha roto y ha dejado lugar a un momento “sin sentido”.
Llegados a este punto podríamos preguntarnos, ¿todo es sujeto de hilaridad? ¿Está bien reírse de todo? Según Aristóteles, la risa siempre es bienvenida, la problemática es el motivo de esta. Este filósofo distingue entre la risa propiamente dicha y la causa de la misma. Es decir, lo malo no es reírse, sino hacerlo de un pobre hombre. En la actualidad, esto se podría llevar al campo del humor negro, que tan criticado es siempre. ¿Es moral reírse de un anciano o de un vagabundo? En relación con la reflexión anterior, ¿se podría llegar a ver absurda alguna de estas situaciones? Lo que no se puede negar es que la risa y el humor, aunque están relacionadas, no son lo mismo. La risa carece de censura, sin embargo, el humor sí puede censurarse.
Para responder a la pregunta “¿Qué es la risa?”, personalmente, defiendo la idea de que la risa es, evidentemente, una serie de movimientos faciales. Sin embargo, es la risa la que nos enseña a quitarle importancia a la vida y a saber reírnos de ella y de nosotros mismos. Nada es tan importante; y, en algún momento, todo puede carecer de sentido lógico.
En la Edad Media, la mayor parte de los filósofos opinaban que la religión era un asunto serio y llegó incluso a quemar, según se dice, el libro de Aristóteles dedicado a la risa; como se narra en el Nombre de la Rosa de Eco.